Más allá del clásico antiperonismo de la derecha argentina, la nueva ultraderecha renueva ese rechazo, además de la promoción del odio típico de la agenda de ultraderechas se añade el odio a "esa mujer", Cristina, el insomnio del país tilingo y reaccionario.

La lectura más inmediata y calculada es que la ultraderecha neoliberal necesita eliminar totalmente al Kirchnerismo para definitivamente establecer su plan corporativo-financiero y adueñarse de la Argentina.

No obstante, no se trata solo de eso, en política no todo obedece al cálculo político.

El plus de odio, la voluntad exterminadora que siempre reaparece, en esta ocasión puede ser el verdadero punto ciego de sus maniobras.

Cristina no es sólo la líder popular ya enteramente constituida, no es solamente lo que su figura histórica todavía proyecta y la ultraderecha no lo puede ver porque con la estrechez de su odio, siempre pelea contra el pasado.

Lo cierto es que Cristina no se reduce a su legado, no es sólo cristinismo, puede ser situada en el centro del escenario político argentino, llegar a desplegar un poder constituyente desconocido hasta ahora. Puede llegar a ser una catalizadora de distintos proyectos transformadores que transiten por un nuevo capítulo del presente argentino.